¿Con qué intencionalidad uno agarra un micrófono y comienza a soltar tremenda balacera de palabras, a veces sin sentido, a veces inconexas, pero con la suma tranquilidad de que son verdaderamente libres?
Eso me andaba yo preguntando segundos antes del primer directo, llena de sueños y delirios de paz...
¿Cómo luchar contra las bombas atómicas que atomizan cerebros?
Pero debe ser eso, que hay dos tipos de balas: las que ponen el alma y el corazón en coma y las que lo activan, desactivando todo lo inculcado, ese discurso único que arrasa conciencias...
Y eso eramos, escurridizos en las grietas del sistema, trovadores de radio y libertad...
Esto es... una oda a las radios comunitarias y a todos los que participan en ella.
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